Ayer llamé al residencial, papá me acababa de colgar el teléfono con la palabra miedo.
Miedo tenía yo cuando mamá quedó en la cama.
Miedo tuve cuando mi hijo menor se enfermó.
Miedo me da el olvido. Ya no acordarme más de tu cara, sino fuera por las fotos. Olvidarme de los que amé es el axioma invertido de los que me aman y de todas formas se van a olvidar de mí.
En la casa de mis padres había un parral de uvas blancas. En febrero salíamos con baldes y una escalera, uno sostenía el balde y el otro trepaba por la escalera con la tijera, uno cortaba y el otro atajaba los racimos con el balde.
Éramos cuatro, después tres, seguimos siendo tres aunque en el día a día quedamos solo dos, el que recuerda y el que olvida.