Desde la cama en el cuatro día y medio me enojo conmigo, por no reaccionar a los antibióticos, a los caramelos de miel, a las perras en la cama y a mi esposo cuidándome.
La impotencia de que el cuerpo se derrita cual estaño con el calor, no poder leer, escribir, de última adelantaba trabajo para secundaria. Pero no, la tos no cesa y el cuerpo se independizó de mi mente y decidió parar.
Muchas veces hace es eso, parece que no escucho sus alarmas previas. De todas formas, es el mismo modus operandi: me exijo, doy todo y más, corro, creo que lo logro y lo logro, pero después me enfermo.
Es como el que hace dieta, pierde peso y luego en un verano lo recupera y más. Paradójicamente es igual. Las polaridades son malas los puntos medios son sanos. ¿Entonces porqué nos gustan tantos los bordes de los extremos?
Evidentemente no aprendí muchas cosas aún, karma le dicen por ahí, arrepentimiento le dicen por allá. No se che, se que últimamente mi vida tiene ciclos tan cerrados que te diría que hasta las circunstancias que suceden alrededor son iguales.
El don del cuidado lo recibí desde que cuidaba a mi hermano yo con 9 y el con 8. Siempre cuidé, a mi mamá (invirtiendo los roles), a mi suegra, a muchos jóvenes que abracé como hijos y hermanos, que comieron y lloraron en casa. Cuidar…dejé mi vida por mis hijos, lo hablé con Laura, amé tanto ser madre, amo ser madre, la mejor madre si eso existe (es obvio por qué).
Y otra vez, las mismas circunstancias, la misma gente ausente. La diferencia es que pensé que podía sola y le metí como loca. No me importó quien me dejó de escribir, si quedaron cosas pendientes. Ya no me importaba nada. Del liceo, al hospital, del hospital a mi otro trabajo, después a casa. Diez días. Cuando se puso un poquito más complejo, le avise algunos familiares, pero luego se recuperó. Una amiga que este año tiene un tiempo tan acertado no dejo de escribirme, seguramente sus palabras me mantuvieron levantada. En otros casos yo mandaba los mensajes, intentaba mantener las conversaciones, los vínculos, no se ni para qué, todo volvió a ser igual. Descubrí en mi tiempo de terapia que me cuesta perdonar, eso es rarísimo para mí, para mis creencias es una patada al hígado. Pero la realidad es que hay heridas sumamente profundas viejas y otras más nuevas que ojo no dejo de hacer todo lo que tengo que hacer, y soy muy buena, e inclusive puedo seguir queriendo bien, pero duele, duele fuerte.
Empecé a escribir y esto es un buen síntoma, enojo, dolor, bronca y ese sabor amargo de que llegué, pero “a qué precio” diría el meme. Ayer con Martín mirando la serie que me mantuvo distraída, decía “no nos salvamos solos, nos salvamos con los otros”. Me di cuenta que no pedí ayuda, que no quise molestar, tan acostumbrada hacer todo sola, que no quería hacer perder tiempo a nadie. Yo no manejaba ni controlaba los tiempos, por lo que para mí que estuviera sola yo estaba bien y con todo mi sueldo poder pagar todo el proceso, no pedí nada, yo podía.
Cuando estuve en la misma situación, pero en pandemia, una tarde fría de mayo creo, un pedazo de pan casero hizo la diferencia. Era todo lo que debería haber pedido, un abrazo, un rato de compartir responsabilidades quien las tiene igual que yo, pero se que no va hacer así, otro enojo sin salida.
Hoy otra persona que me escribe en momentos especiales, mi profesora, enojada yo con el sistema que estoy, segura fue otro de los motivos de mi colapso, me dijo algo y tiene razón: no sos omnipotente; fua tiene razón, no lo puedo todo, no lo se todo, no estoy en todas partes, soy humana y fuerte por pura terca pero frágil como cuando apoyaste mal la copa de vino de bohemia al borde de la mesa y te estiras y el que te vio también se lanza a lograr agarrarla, pero por fina y suave se resbala por amabas manos, la copa estalla, el vino se vuelca pero el tallo de la copa con la base quedan intactas.
Termino de escribir y respiro profundo una catarsis, diría Aristóteles, una milésima de perdón y volver al hábito que ha salvado mi vida, que Martín me abrace, Mora esté en la cama, Bella en la alfombra y pongamos la tele para ver la serie que eljimos. Será un caos mi vida, pero si cierro los ojos veo el mar verde que te voy a contar en la próxima, porque a pesar de todo, me caigo y me levanto y los momentos de felicidad los disfruto como debe ser.



