Hay semanas donde los abrazos son fuertes.
Hay años donde surge lo inesperado, donde lo oculto se devela. Hay años que se parecen a otros, pero sin darte cuenta te inundan alegrías extraviadas, conversaciones nuevas, lugares inesperados.
Nada cambia porque ya todo es distinto. Pero por las rendijas se entrevé el agua mansa, los árboles se espejan en el río y las cotorras gritan. Es un anuncio, es un presagio, la alegría viene de golpe, lo inesperado llega. El mar te abraza, el círculo se cierra. Y de repente la felicidad te inunda aunque la niebla te cubre.
Soy yo bailando bajo la lluvia. De pollera corta y championes, corriéndose el rímel y desarmandose los rulos. Y doy vueltas aunque la onda gravitatoria me quiera deformar.
Son pocas las veces que el sentir a flor de piel no me causa dolor, sino me hace sentir viva, más viva que nunca.
Caigo desmayada en la cama, las luces se apagan y el silencio todo lo inmunda y duermo en negro como decía cuando era chiquita.
Parece que a pesar de los imprevistos y después de mucho tiempo valga la redundancia es el tiempo.