Amo leer y escribir.
Amo dormir hasta muy tarde con el acolchado hasta la nariz.
Amo el desayuno en la cama.
Amo que me vaya bien en lo que elijo hacer y en lo que me toca hacer.
Amo los desafíos, me provocan una adrenalina que aunque me cansa me hace sentir viva.
Amo las cosquillas.
Amo cuidar el jardín.
Amo mirarme al espejo y gustarme.
Amo mis tatuajes y mi piercing.
Amo tener las uñas pintadas.
Amo la pastaflora.
Amo que me abracen.
Amo que me escriban cartas.
Amo que mis amigas me manden audios solo para saber cómo estoy.
Amo escuchar Black Sabbath, Dillon, Drexler y Rosalía en familia.
Amo las vacaciones.
Amo estudiar.
Amo enseñar.
Amo soñar sueños que nunca se van a volver realidad pero que me hacen caminar…dirían por ahí utopías.
Amo sacarme fotos, un poco de narcisismo a los introvertidos no nos hace mal.
Amo el sol.
Amo el mar.
Amo el viento tibio en mis cachetes.
Amo pensar que pensas en mi y pensar que pensas que yo pienso en vos.
Amo el ruido de la lluvia, la estufa prendida, el vino sin corcho, Sabina sonando en vinilo y estar de deportivo tirada en la alfombra.
Amo el invierno un poquito.
Amo el verano un montón.
Amo los ojos negros más que nada.
Amo mi inverso, mi espejo que no es, mi no existencia y mi si.
Amo mi fe, aunque a veces ni yo la entienda esa que no pasa por la razón en mi caso es netamente empírica.
Amo estar juntos, todos, reírnos, mirar fotos, saber que estamos, que somos, que son, que fueron y que serán.
Amo mirar Tick tock y perder mi tiempo.
Amo a una pareja en Alemania que vienen la vida que amaría vivir.
Amar solo eso, no querer, no sentir, no apreciar, ni tampoco desear, me arriesgo a decir que solo se trata de amar.
En esto pienso cuando cierro los ojos, respiro profundo y los recuerdos me mecen.