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Pasado…

Lo que existió, existió, nunca va a desaparecer.
Mi perfil, el tuyo.
Despertarme y mirar, despertarme más tarde y ver que me viste.
Despertarme y mirar para el costado y estás, estuviste…

Es tan ansioso el presente.
El pasado ese, te da la paz de no poder cambiar nada, por más psicodélico que lo recuerde.

Lo qué pasó nunca va a desaparecer es algo que se encapsuló en el tiempo y nadie, puede sentenciar que no pasó, ni vos ni yo.
Imagino ahora que escribo con dolor, furia; los gritos, los vistos, que hoy son poder sobre el sentimiento ajeno. Eso tampoco se borra. A veces se olvida, otras se necesitan pastillas para olvidar.

El pasado es inamovible, se supera pero no se cambia. El presente es ansioso, entre lo que quedó y lo que se espera ó no.

Retomar en el mismo punto y desear construir un futuro desde ese lugar, la mayor parte del tiempo es la mejor utopía que nos puede pasar, para caminar hacia ese futuro esperanzador.
Este último es el mar todo, mirado desde la orilla. La infinidad de algoritmos a construir. La infinidad de momentos para retomar y el otro tanto para que se los lleve el mar y esconder para siempre en el inconsciente o resolver y dejar que naden lejos de nuestra orilla.

Si bien el pasado es malvado es el único seguro, el único que construyó, guardó y cada tanto me recuerda que fuiste vos, que eras vos, que sos vos…

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