El principio y el fin y fin del principio es un círculo infinito que causa pánico.
El no saber asusta, el sacar conjeturas paraliza. La no seguridad, el pisar baldosas flojas, el no saber del futuro, solo esa palabra asusta.
…quedó paralizado, hipnotizado por el miedo, con los ojos saltones viendo lo qué pasa o peor lo que no pasa, con los brazos entumecidos, con los pies hechos cemento, solo es veedor del viento y las hojas que vuelan. Ventanas cerradas y siluetas que se mueven, sentados al rededor de una o varias computadoras. Y él, tieso en el afuera, con miedo a quedar solo, a morirse y que nadie se entere, a que nadie se atreva a salir a socorrerlo…
El miedo que habita para salvarnos,
es el mismo que nos empuja a salir corriendo cuando tendríamos que haber insistido,
a ver la desesperanza en lugar de permitirnos sentir con los ojos cerrados,
o no hacer ni ser nada, solamente testigos de lo qué pasa a nuestro alrededor.
En la medida que sigamos racionalizando las emociones, ya no nos van asustar las plazas vacías, la vida distinta, o las miradas perdidas. Enamorémonos del presente, sin dejar de recordar el pasado, y pensemos en el futuro como mañana de mañana. Respirando profundo el aire tibio, abrazándonos fuerte, sintiendo el calor y si es posible el latido de vida del otro. Démonos cuenta que estamos vivos y eso, es un regalo finito.



