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En la marea de palabras la bruma azota y deja sentir algunas, las que surgen de la revuelta. Son palabras de lucha, de tener la razón, algunas son gritos, reclamos y silencios.
Las mareas se forman por el movimiento de la luna que alumbra los lugares más oscuros.
Ese revuelto de agua sucia, que trajo de acá y de allá y coló lo grueso y grosero, la cloaca del mar.
Los desacuerdos quedan al descubierto cómo las botellas de plástico camufladas de algas podridas.
Y como todo las opciones se reducen a limpiar la playa o irse a otra…

Las noctilucas que todo lo alumbran, cuando volvió la calma y solo quedan olas pequeñas en noches claras, dejan entrever abrazos.
Aunque la marea cambie y un remolino limpie todo, siempre queda el rastro del entredicho, la cicatriz de la corriente de agua helada.
Este verano sorprendió, el agua cristalina, la luna sin nubes, las palabras cariñosas y justas. Tiempo de tregua, de allanar caminos, de emprender el viaje con destino y disfrute.
Lo bello de poder verme la pulsera del tobillo cuando entre al mar y el agua me de por las rodillas.

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