Por los noventas, si vivías en una familia media baja, era poco probable que tus padres hubieran terminado secundaria. Cuando a mi se me presentaron dificultades en 5to. científico, – yo era una muy buena alumna – y no logré entender física, o matemática «b», me generó un conflicto al punto de llorar en los escritos, absolutamente frustrada. Hablé con mis padres y les expliqué que no podía seguir, que para mi es una tortura, que el año próximo cambiaba de orientación, yo amaba los números y me iba muy bien, pero ese año me di cuenta que no tenía una buena base ó no era tan buena. La respuesta de los viejos fue muy sencilla si no estudias, tenes que trabajar, acá todo el día no. El domingo compramos El Gallito y había un pedido muy específico y me presenté, tenía 16 años, me acompañó mi mamá. Me hacen esperar y me dan un montón de papeles y formularios que tenía que llevar, tramitar el certificado del menor para trabajar y empezaba ya. Era un trabajo de tres meses, una zafra, y en marzo arrancaría la nueva orientación. Salí muy contenta, era la primera vez que buscaba trabajo y ya me contrataban. Recibí una oportunidad.
Empecé a familiarizarme con el mundo de la Navidad, con las importaciones y exportaciones, con la contratación de promotoras, liquidación de sueldos, entrada a las grandes superficies de mercadería, cobrar a esas grandes superficies, ayudar a descargar contenedores, subir y bajar cajas, atender público, prever decoración para multinacionales así como a particulares, barrer, limpiar escaleras, lavarnos nuestro baño y que te felicitaran y siempre hubiera un regalo compensatorio económico a fin de temporada. Claro está que no tenías muchas ganas de armar el arbolito en tu casa, no tenías tiempo de comprar regalos y a parte de llegar siempre llena de purpurina, el veinticuatro estabas tan cansada que querías cenar, brindar y dormir. Juntar fuerzas el veinticinco, porque el veintiséis, volvía la mercadería que no se había vendido en los supermercados, camiones y camiones a ordenar los depósitos para la próxima temporada.
Hice un par de temporadas, hasta que los dueños se sientan conmigo y me proponen trabajar anualmente. ¿Qué hay para hacer en el año? Ordenar los depósitos, corregir las listas de precios, definir las importaciones y contratar fletes marítimos, coordinar con el despachante de Aduanas y ya cerca de setiembre la selección de personal para la zafra. Que aceptaran las condiciones laborales (no existían los consejos de salarios) y concretar una agencia que fuera nuestro respaldo. Planificar el salón de ventas y armarlo y negociar con los salones propios. Había trabajo para unas diez personas seguras en el año, y yo era una de las seleccionadas. Obviamente acepté, pero me pusieron una condición: que fuera a estudiar Administración de Empresas a la UTU el próximo año, porque ellos me querían para ese cargo. Yo lo hice encantada, me fue muy bien, fue un año muy exigido yo tenía apenas dieciocho años y estudiaba toda la mañana y trabajaba toda la tarde y estudiaba hasta las dos de la mañana. En un año terminé con los dos títulos intermedios: auxiliar administrativa, auxiliar contable y Administrativa de Empresas.
Esa fue una zafra intensa, entrábamos a una cadena de supermercados y la negociación la hicimos la dueña y yo, éramos dos mujeres en el noventa y seis negociando con compradores hombres, fue muy duro, pero lo logramos, ese año entrábamos a tres cadenas grandes.
En poco tiempo era personal de confianza; los dueños, la encargada y yo. A mis veinte años era todo un logro, saliendo de un barrio de trabajadores, de padres que solo habían terminado primaria, estaba muy satisfecha. Al punto de rechazar una propuesta del Ministerio del Exterior (sin lugar a dudas hoy lamento).
El problema es que cuanto mas cerca de la gerencia, más sabes de como se trabaja y más disponibilidad tenés que tener. Llegue a mudarme a la casa de alado de la empresa pago por los dueños el alquiler al principio, tener clave de alarma y juego de llaves. Si pasaba algo era la primera en la línea. Los dueños venían a los cumpleaños de mis hijos, llegamos a ser casi como una gran familia.
El tema es que yo no salía adelante económicamente, cae la crisis del 2000 y ellos salieron a buscar soluciones para el personal permanente, fue muy complejo. Pasado ese año tan particular, todo sigue su carril. Ahora los dueños deciden que quieren exportar y me eligen para prepararme con un asesor externo para llevar adelante el proceso. Aprendí lo que no tiene nombre y de ahí a varios programas mas siempre como contraparte de la empresa. Mas responsabilidades pero mi sueldo no cambiaba. Nuestra familia se empieza a consolidar con dos hijos y necesito algo más de tiempo. La encargada esa temporada renuncia y no ponen a nadie así que para algunas áreas asumo el liderazgo gerencial.
Yo desconocía lo que era ir a un juicio laboral en representación de la empresa, o cobrar a clientes incobrables y discutir acaloradamente con los dueños por la responsabilidad de esos cobros. Nuestra forma de ver el mundo empieza a quedar cada vez mas claro. Mis compañeros, eran mis compañeros no mis empleados. Yo entendí que el tiempo para estar en esa empresa estaba cumplido, estaba muy agradecida, siempre digo que si sé resolver problemas es gracias a la experiencia que tuve en esa empresa. Renuncié en el 2003, ellos no quedaron contentos, insistieron de muchas maneras, fue un proceso que quedamos sin hablarnos varios años, viviendo alado. En algún lugar nos encontramos y nos saludamos mirándonos a los ojos y sabíamos que estaba todo bien, en la medida que no trabajáramos juntos.
Este año fue un año muy especial y económicamente muy desalentador, personalmente buscando un trabajo estable fuera de Creator nuestro emprendimiento con Martín. Y mande mi currículum a algunas personas, conocidos.
Hace dos semanas tuve uno de los controles de rutina ginecológicos y el médico no me da muy buenos augurios, en veinte minutos me dejo absolutamente en blanco. Estaba explicándome lo que tenía y el celular me suena, lo apago. En el auto aturdida, llamo y era la dueña de esta empresa que renuncié hace 16 años. Me propone hacer la zafra como encargada del salón durante este mes, la propuesta salarial era buena, para lo que se que pagan, y sin titubear dije que si. En lo único que pensé es que estaría corriendo, atendiendo gente, subiendo y bajando escaleras con cajas, que volvería a estar llena de purpurina, que escucharía historias alucinantes de los clientes y no tendría tiempo de pensar hasta que empiecen los exámenes médicos.
Llegué el primer día con muchas sensaciones raras, volver después de 16 años en todos los sentidos porque habla de estancarse también, pero que me llamaran y me buscaran, sabiendo que no tengo problemas en renunciar, fue un gran gesto.
Entre y me estaba esperando la dueña, me mira y me dice:
-Pao, ¿te puedo dar un abrazo?
-Por supuesto!!!.
– Bueno veni a la oficina así te doy el uniforme…..
He vuelto llena de purpurina, mi reloj me ha marcado mas de 7000 pasos por día varios días y por más que tuvimos y tenemos nuestras diferencias, finalmente son ellos los que sin saberlo me ayudan a esperar sin desesperar.
Gracias!!!



