Mientras en la normalidad nocturna de los hogares hay una mesa servida, se ordenan las cosas para el otro día, se prende el lava ropas, se mira tv o se elige que mirar. Mientras las luces de los zaguanes se apagan, hay un montón de luces prendidas, cientos de centros están abarrotados de alumnos que la única opción para acceder a sus sueños, un trabajo o simplemente a la educación básica es la noche. No cenan con su familia ni se acuestan a la misma hora, generalmente tienen viajes largos y vuelven cabeceando. Pero no hay opción a no hacerlo es la oportunidad la única oportunidad para el cambio y la satisfacción de hacer lo que nos encanta.
Lo sacrificamos todo, pero estamos enfocados en que 4 años pasan volando.
Nos calienta no tener clase y nos desesperamos por tener los mil repartidos y en orden. Casi no faltamos, aunque trabajamos todo el día y en los descansos estudiamos. Se nos antojó contrariar al sistema que nos condenó a que si queríamos llegar al final solo con este esfuerzo se podía. Ilusos ellos que pensaron que nos podían detener o que nos iban hacer menguar después de mayo como en los otros horarios. Seguro que afirman que nos dan una oportunidad para que tod@s accedan. Pero no se imaginan el esfuerzo que implica. Madres, padres, sin acostar a sus hijos, mirando el futuro. Chicos apostando a la salida laboral que no les queda otro que cursar en otro horario. No rebajo a los estudiantes del diurno que sus jornadas comienzan a las 6:00 o antes para conseguir una silla, o los que no podrán estudiar y trabajar porque tienen horarios rotativos. Pero no puedo dejar de reivindicar al estudiante nocturno y a los profesores responsables que dan clase y no faltan. En 4 años cenaremos en familia, falta menos!!!



